Conceptos distintos pero cercanos
Se cree que la primera vez que el hombre hizo arquitectura fue en la
prehistoria. Colocaron tres piedras de gran tamaño de forma que una de ellas se
apoyara sobre las otras dos, creando un espacio cubierto. Desde entonces, a
medida que la humanidad fue evolucionando también lo hizo la arquitectura,
adaptándose a los conocimientos y las necesidades de cada tiempo; construyeron
cabañas, después casas, y más tarde edificios de mayor entidad como templos o
palacios, todos ellos organizados a lo largo de los siglos en conjuntos de
edificios que crearon pueblos y ciudades.
A principios del Siglo XX, con la existencia de diversas máquinas, métodos
de transporte y la llegada de nuevos materiales para la construcción derivados
de la industrialización como el acero o el hormigón armado, surge un movimiento
en Europa llamado Futurismo. Éste proclama el uso de éstos nuevos materiales
para poder crear una arquitectura que ellos llaman moderna, del futuro, y que
esté en concordancia con los nuevos inventos de la época.
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Ciudad futurista como la imaginaba Antonio Sant'Elia |
Tanto los que respaldaban este movimiento como los que no, empezaron a
utilizar estos nuevos materiales y a aplicar nuevas formas de construir. Hoy en
día construimos de forma distinta a hace 100 años, pero empleamos aquellos
materiales y también muchos que han ido apareciendo para el uso de
aislantes, cerramientos, impermeabilizaciones, instalaciones… etc. en los
edificios.
Creo que la arquitectura tal como la conocemos hoy en día no es sostenible.
Sostenibles lo eran aquéllas cabañas y aquellas casas que se hacían siglos
atrás con materiales cercanos a la construcción, con piedra, tierra, madera,
paja, etc. Hoy en día muchísimos materiales que empleamos requieren una
industrialización previa para ser creados, como por ejemplo un ladrillo tiene
que ser cocido, o un perfil de acero laminado tiene que ser fabricado,
generando emisiones de CO2 que se vierten a la atmosfera. Muchos
elementos que colocamos en la construcción provienen del petróleo, como algunos
aislantes, láminas impermeabilizantes, tubos y cables para paso de
instalaciones, etc.

Pero aún estamos a tiempo de cambiar esta tónica. La misma
industrialización que nos ha llevado a este punto, está siendo más eficiente a
la vez que es capaz de generar nuevos productos mucho más ecológicos. Es el
caso, por ejemplo, de los aislamientos térmicos. Los más utilizados hoy en día
provienen del petróleo y son por lo tanto poco ecológicos, (Poliuretano,
poliestireno…) pero están cobrando cada vez más importancia otros aislamientos
de origen mineral, animal o vegetal, que requieren poca o ninguna
industrialización, son renovables y se obtienen de la naturaleza, como es el
caso del corcho o la lana de oveja.
En pleno siglo XXI existe la preocupación en la sociedad de si el ritmo de
vida que llevan los países avanzados es o no sostenible. Es por eso que existen
arquitectos preocupados por este tema y que son capaces de proyectar edificios
extremadamente eficientes energéticamente como las Passivhaus, o edificios
construidos empleando la arquitectura vernácula, con materiales y técnicas constructivas tradicionales que se
llevaban a cabo hace muchos años y se trasmitían generación tras generación,
hoy enseñadas en escuelas de construcción como Escola Orígens.
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Edificio bioclimático en la Universitat Autònoma de Barcelona
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Debemos ser capaces de crear edificios que no
necesiten mucha energía para ser construidos, y que además tampoco la consuman durante
su vida útil. Creo que sólo así alcanzaremos lo que hasta ahora no hemos sido
capaces de hacer en el último siglo, hacer arquitectura sostenible.
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